"Vámonos a pasear, amiga mía, por esa dormida tierra de los mapas.

Vámonos a pasear, callada amiga, antes de que la muerte venga a torcer el rumbo de nuestros huesos."

Gabriel García Márquez

domingo, 4 de noviembre de 2012

Río de Enero



El descenso del avión, que planea en la noche sobre el mar, permite ver un jardín de luces. Son los barcos que circulan por la famosa Bahía de Guanabara. Cuando los conquistadores portugueses arribaron con sus naves, creyeron encontrarse con un río y esto sucedió en el mes de enero. Desde entonces, San Sebastián de Río de Janeiro fue conocida como capital de un imperio, ciudad maravillosa y hasta como la mismísima ciudad de Dios. 


Pocas megalópolis en el mundo son reconocidas por la idiosincrasia de sus habitantes, tanto o más que por su historia, monumentos o geografías. Este es el caso de los cariocas y Río. Su poeta más célebre, Vinicius de Moraes, supo escoger las palabras adecuadas para describir este fenómeno.  Según él, un carioca que se precie nunca va a renunciar a su ciudadanía, porque el ser carioca es, antes que todo, un estado de ánimo.[i]  Así lo confirma Bruno Bastos, quien reside en Buenos Aires hace cuatro años y que se alegra de poder expresar lo que significa, para él, haber nacido en Río de Janeiro: “el carioca de por sí es una persona relajada. No significa que no tiene preocupaciones, nada mas sabe que en algún momento la solución para sus problemas va a aparecer de alguna manera.  Entonces, hace a su tiempo lo necesario y de manera tranquila, con la seguridad de que todo se va a solucionar. Somos extremadamente impuntuales, y muchas veces arreglamos algo que sabemos que no va a pasar”.

La vestimenta preferida del carioca suele ser un par de ojotas, bermudas y una remera. Nada más que eso es necesario para sobrevivir en Rio de Janeiro. Sin embargo, por sus calles pueden verse los personajes mejor “lookeados” de casi todas las playas de Brasil, con su andar típico, arrastrando los pies por el “calçadão” y con la mirada perdida, según les critican sus compatriotas de otras ciudades. Cierto es que la composición social de este importante centro cultural y turístico a nivel mundial, es compleja. Es un orden informal el que rige el ritmo de vida de millones de personas que transitan la ciudad a diario, y que el turista desprevenido no llega a comprender del todo.


Un ejemplo de esto puede verse en sus playas emblemáticas. Si bien la playa es el punto de encuentro para todos por igual, hay divisiones donde cada sector social se queda con una parte, esta muchas veces coincide con la parada de los colectivos que traen a la gente desde las afueras de la ciudad. 
El público de Ipanema, por un lado, es el más joven y tolerante. Allí se encuentra, entre otras cosas, un punto de reunión gay muy conocido. Luego, caminando un poco más hacia la playa de Leblon, en su inicio, se reúnen todas las personas que llegan desde la favela “Jacarezinho” y finalizan su excursión ocupando generalmente ese sector. Unos metros después, además de verse ocupada por los vecinos de esa parte de la ciudad, la playa se torna más familiar en lo que se conoce como “Baixo Bebe”. Una mención aparte merece la famosa Copacabana, considerada una de las mejores playas del mundo, y que es sinónimo de Río. Como resquicios de un pasado glamoroso, abundan los restaurantes y hoteles de lujo, patrimonio arquitectónico de la “Princesita del Atlántico”. Así fue conocida esta playa en la década del ’50 luego de ser la escenografía de numerosas películas. Actualmente es espacio para todo tipo de deportes a cualquier hora del día.

Carioca significó, originariamente, “casa del blanco”. Fue debajo de muchas casas y de las obras para remodelar la zona portuaria de Río, en un emprendimiento inmobiliario similar a nuestro Puerto Madero, de cara a los próximos eventos deportivos (Copa del Mundo de FIFA 2014 y Olimpíadas 2016), que se realizaron hallazgos arqueológicos importantes para la historia de esta ciudad. Se trata de los restos de africanos que llegaron como esclavos durante el siglo XIX, a lo que se conocía por entonces como la “Pequeña África”, puerta de entrada al contrabando de personas en todo el continente. Como resultado de estas excavaciones surgió el Instituto Pretos Novos, que busca revalorizar la cultura afro-brasileña y rescatar su historia del olvido.

El mestizaje del que es fruto esta ciudad increíble, da a luz un caleidoscópico mosaico que puede reflejar tanto el cielo como el infierno sin escalas. Toda esa carga simbólica no puede más que aflorar durante el carnaval más grande del mundo, que como “Las Vegas” otro de los mayores centros lúdicos del mundo, no dejará escapar ninguna de sus anécdotas. Quien visitó Río alguna vez ya no podrá olvidarla: su Bahía, el Corcovado, el Pan de Azúcar, la Barra de Tijuca o Lagoa, tampoco las noches transcurridas en los botecos del barrio de Lapa, ni la música de sus protagonistas. Quien llegó hasta Río aunque sea una vez, ya no podrá despegarse de una cierta Chega de Saudade.



Un brasilero por el mundo, Pedro Belandia, ofrece actualizaciones cotidianas y la promoción de la cultura brasileña a través de su proyecto Movida Brasileña.



[i] Texto del libro "Para viver um grande amor", José Olympio Editora Bookstore - Río de Janeiro, 1984, p. 185.