"Vámonos a pasear, amiga mía, por esa dormida tierra de los mapas.

Vámonos a pasear, callada amiga, antes de que la muerte venga a torcer el rumbo de nuestros huesos."

Gabriel García Márquez

martes, 25 de junio de 2013

Viento del Sur






"Y no te olvides de algo
que se adivina en la vida
y es que la vida misma
es un Milagro de Amor"
 








Al desarrollar la técnica primero y la ciencia después, al querer imitar la naturaleza para predecir sus movimientos y controlar su acción, el hombre encontró un límite: el mismo que se impuso al desconocer “lo fluido” como componente esencial del universo que lo rodea. El flujo de la vida que nos contiene desconoce divisiones o separación, es pura fuerza creativa que podemos vislumbrar a través del arte o inmersos en cualquier entorno virgen de civilización. Claro que no nos permitimos más que unas breves visitas a estos oasis. Tememos al vértigo que nos produce abandonar el mundo estructurado en un orden que no es tal. Preferimos sostener un espejismo que si seguimos desconociendo, quizás no podremos corregir a tiempo.

La comunidad presta oídos al mandato ancestral y reconoce que debe hacer un giro total desde el actual sistema social y productivo, para desviar un curso que ya demostró agotadas todas sus posibilidades de bienestar real y sostenido. Como todos los cambios históricos, estos siempre deben encontrar un momentum, el zeigeits que les permita imponerse de una manera más abarcadora. Mientras tanto, diversos colectivos sociales apuestan toda su energía a formas de vida más sustentables. Las llamadas eco-aldeas se desparraman por todo el país y el mundo. Los principios que forman su base de funcionamiento y desarrollo tienen que ver con el resguardo del medioambiente a través de prácticas como la permacultura, que ya se ha vuelto una filosofía de vida y una propuesta para el cambio social. Esta incluye entre sus técnicas: la agricultura orgánica, la bio-construcción y la utilización de fuentes renovables de energía.

El colapso escalonado de las economías a nivel global demuestra que la transición hacia nuevas formas de relación social y hacia el medioambiente debe abrirse camino en lo inmediato, para frenar la expoliación de recursos que repercute en la miserabilización de un gran porcentaje de la población mundial. Comunidades  enteras de millones de habitantes pagan con su marasmo el gasto injustificado de una porción mucho más pequeña de consumidores concentrados en los denominados “países ricos”. Este desequilibrio, a su vez, no puede ser sostenido más que sobre la base de grandes presupuestos militares que custodien ese modelo extractivo y, así mismo, a través de gastos publicitarios que oculten la compleja cadena de relaciones que une a la pobreza extrema con la concentración de la riqueza.

Mientras que el actual metabolismo social se basa en la explotación de combustibles fósiles, el consumismo sin límites, la reducción de la biodiversidad por destrucción de ecosistemas enteros y las grandes desigualdades sociales: hechos que favorecen una entropía acelerada; los nuevos paradigmas sustentables bregan por una aplicación inteligente de la tecnología y de los usos de la naturaleza. Estas nuevas formas de pensar el desarrollo social que comenzaron a hacerse un lugar en la agenda de occidente a partir de la década del ‘70 lograron, estos últimos años y gracias a la puesta en marcha de numerosas experiencias, legislaciones favorables inéditas que abren nuevos caminos para la masificación de sus prácticas. Aunque los tiempos son lentos en comparación  al avance de las consecuencias del modelo vigente.

La vida en comunidad suele implicar formas de autogobierno, en general de tipo asamblearia, para trabajar y buscar soluciones a los conflictos. Del mismo modo los intercambios se reducen en magnitud pero se diversifican en experiencia y contacto: de la masividad y estandarización de un supermercado o una gran tienda, pasamos a utilizar reglas de comercio justo, directo y cooperativo donde la importancia no reside en la marca y toda su cadena de sobre-valor sino en la calidad y hasta en la originalidad de productos artesanales que llegan a gozar de un status de “ofrenda”. La recuperación de la oralidad y la comunicación no verbal operarían de forma más influyente en la transmutación del conocimiento, aportando nuevos saberes al alcance de todos.

Las fotos que acompañan esta nota se realizaron en la Casa Mágica de Luis Beltrán, isla Choele-Choel, Valle Medio de la provincia de Río Negro. Allí, en el delta que conforman las islas circundadas por los brazos del río, se encuentran chacras donde se practica agricultura orgánica sin agrotóxicos y construcción natural, con vistas a provocar el mínimo impacto ambiental. El motivo para acercarnos fue el encuentro de canto organizado por la cantante Verónica Condomí. La voz es un derecho que no muchos se animan a ejercer, no sólo para gritar verdades sino también para prestarle vuelo creativo y permitirle viajar en el aire. Es también una práctica que rigió durante mucho tiempo la vida de las comunidades; se trata de un cuerpo colectivo que canta sin más razón que expresar el ser en el momento presente. El foco no está puesto en el espectáculo sino en la participación, para ayudar de forma grupal a abrir canales creativos que demuestren que todos somos parte de un mismo río: el de la vida en movimiento.


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